domingo, 14 de abril de 2013

EL PALEOINDIO EN SONORA

El estudio de la arqueología Paleoindio tiene una larga historia en el suroeste de los Estados Unidos (por ejemplo, Haury et al. 1953), pero sabemos mucho menos acerca de los primeros pueblos al sur de la frontera en el noroeste de México. En Sonora y al oeste de la Sierra Madre Occidental, Manuel Robles, de la Universidad de Sonora Museo, junto con un grupo de arqueólogos aficionados, pasó incontables fines de semana en los años 1960 y 1970 para la prospección de yacimientos arqueológicos, especialmente los sitios Clovis, en la región que rodea a Hermosillo . Sus esfuerzos dieron lugar a publicaciones que documentan 11 localidades con afiliaciones Clovis en el estado de Sonora (Robles Manzo y 1972; Robles 1974). También se centraron en un sitio determinado, El Bajio, para el mapeo y la prueba, además de la superficie de recogida.
Más recientemente, Sánchez (2001) proporcionó un contexto más amplio para paleoindios de la zona mediante la revisión de todo México. Desde el año 2003, la prueba adicional junto con visitas de campo y entrevistas con otros coleccionistas de Guadalupe Sánchez Carpintero y Edmund P. Gaines (patrocinado por AARF y en colaboración con el Instituto Nacional Antropologie e Historia - INAH - Centro Sonora) proporcionaron datos valiosos en los sitios adicionales y artefacto encuentra. Estos datos son importantes para ampliar nuestra comprensión de los usos del suelo y tipos de sitios paleoindios además de la tecnología Paleoindio, tipología y las preferencias de las materias primas al sur de los sitios más conocidos y ajustes en Arizona. A continuación se resumen los datos de la encuesta regional y nuestras pruebas de El Bajío.
La mayoría de los conocidos sitios paleoindios se encuentran en los sistemas aluviales de la cuenca y de la provincia de Campo. Situado a 50 kilómetros al noroeste de la localidad de Carbó, SON sitio: K: 1:3 representa la mayor concentración de materiales paleoindios conocidos actualmente. El sitio se compone de puntas acanaladas, bifaciales, navajas y núcleos de desechos de talla lítica hoja y se extiende sobre un área de aproximadamente cuatro kilómetros cuadrados. Este sitio, también conocida como El Bajío, se discute a continuación. En el Valle del Río Mátape, 60 km al este de Hermosillo, SON sitio: O: 3:1 extiende por dos kilómetros y ha producido al menos cinco puntas acanaladas, 40 raspadores finales, y los huesos de fauna del Pleistoceno mamuts y otros. Recientes excavaciones identificado varias áreas de actividad diferenciadas. Cincuenta kilómetros al noreste de Hermosillo, varios artefactos paleoindios tarde, y un punto acanalado se conocen HIJO sitio: K15: 1 (Robles, 1974). Investigaciones recientes en el Hijo: K15: 1 artefactos identificados bajo la superficie y una secuencia de 3,5 metros de espesor aluvial formado por arcillas calcáreas, limos y arenas, y al menos cuatro distintos horizontes arcillosos negros.
Dos sitios están ubicados en la planicie costera central. Más de 27 puntos de diagnóstico proyectil paleoindios se han recogido de un campo de dunas en el borde de una playa grande en SON: N: 11:20 (Sánchez 2001). Diecisiete de estos puntos son clásicos Clovis, mientras que 10 presentan características que recuerda a finales de tecnologías de paleoindios como Dalton. Recientes investigaciones en el lugar de los materiales arqueológicos recuperados estratificados a una profundidad de 360 ​​cm por debajo de la superficie. Tres puntas acanaladas se informó desde HIJO sitio: J: 16:8, aproximadamente 20 km al oeste de Hermosillo. Pruebas del subsuelo aquí identificado la presencia de al menos 6,5 metros de depósitos aluviales y una serie de cuatro horizontes enterrados, lo que subraya el potencial para intactos, enterrados restos arqueológicos.
Las investigaciones en curso en estos sitios prometen ofrecer información importante sobre las adaptaciones paleoindios y los entornos cambiantes en Sonora durante el Pleistoceno Terminal y Holoceno temprano.
El Bajío: El Bajío es la southwesternmost sitio Clovis aún documentado en América del Norte y el más conocido de los reportados en Sonora (Robles Manzo y 1972; Robles, 1974; Sánchez 2001). Varias investigaciones arqueológicas han llevado a cabo en El Bajío. En 1975, Kenneth McIntyre y Marian, maestros de escuela de Vancouver, Canadá, realizaron encuestas y llevó a cabo recolecciones de superficie y excavaciones limitadas de prueba (McIntyre y McIntyre, 1976). Entre 1977 y 1981, Julio Montané Martí (1985), del Centro INAH Sonora llevó a cabo una serie de excavaciones de zanja en 10 localidades diferentes dentro del sitio y recogieron muchos artefactos de la superficie. Desafortunadamente, ninguno de estos estudios se concluyó, y ni las notas de campo ni los informes se sabe que existen. Sin embargo, diez cajas en las que se estima que 300.000 artefactos (herramientas y desechos de talla) recuperados durante estos dos proyectos están actualmente curada en el Centro INAH Sonora, pero con muy poca información en cuanto a sus contextos. A partir de 1998, Guadalupe Sánchez, estudiante de posgrado en Antropología en la Universidad de Arizona y John Carpenter, con el apoyo de Elisa Villalpando y Julio Montané del Centro INAH Sonora, llevó a cabo varias visitas breves, de reconocimiento al sitio, y comenzó a organizar y análisis de los materiales arqueológicos recogidos previamente en el sitio y en la actualidad comisariada por el Centro INAH Sonora.
Reconocimiento preliminar del lugar confirmó la distribución de artefactos Clovis en moderada a alta densidad en un área de aproximadamente cuatro kilómetros cuadrados. Algunos de estos materiales líticos están expuestos en la superficie o derivados de depósitos superficiales situadas inmediatamente encima del substrato roca granítica. Sin embargo, muchos de los artefactos se observó erosión de depósitos enterrados en áreas donde los sedimentos aluviales pueden variar de uno a dos metros de espesor. Aunque los materiales Clovis representan un componente importante en el sitio, otros componentes arqueológicos son visibles en la superficie, incluyendo puntos de proyectil arcaicos, groundstone, cerámicas, y varios cientos de características representadas por la concentración de roca. Teniendo en cuenta estos aspectos del sitio, AARF apoyados por las excavaciones comenzaron en el 2003.                                                     
 El análisis de los artefactos recuperados en el año 2003 se encuentra todavía en proceso (por Guadalupe Sánchez), pero algunos resultados preliminares están disponibles. Materiales paleoindios fueron encontrados en un área de cuatro kilómetros cuadrados, con al menos 22 loci identificados. Los kits de herramientas de cada locus son notablemente similares, que comparten una amplia gama de herramientas que se utilizan en diversas actividades (hojas, diferentes tipos de bifaces y herramientas unifaciales). Por lo tanto, parecería que estos loci no representan actividades variadas, pero las localidades en que los mismos comportamientos generales se llevaron a cabo. El principal atractivo de El Bajío probablemente era una cantera de materias primas eran de alta calidad basalto fue removido para la fabricación de herramientas. La cantera fue encontrado cerca de la cima de la ladera sur del Cerro de La Vuelta, el cerro más alto de la zona, situada en la esquina suroeste del sitio. La cantera es un gran afloramiento de enormes vertederos de desechos de talla lítica, algunos llegando a los 20 metros o más de longitud y de hasta 1 metro de profundidad. La cantera se extiende sobre un área de aproximadamente una hectárea. Es una de las mayores canteras de paleoindios en el suroeste de EE.UU. / Noroeste de México. La ubicación de algunos loci en una o más kilómetros de distancia de la cantera sugiere la posibilidad de realizar actividades adicionales en El Bajío. El alto porcentaje de reafilado y reutilizar evidente entre el conjunto herramienta de algunos loci también es sugestiva de la utilización a largo plazo de la zona.

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